martes, 18 de septiembre de 2012

ACTO DE APERTURA DEL CURSO



Esta es la invitación que se preparó para dicho Acto:

Acto de apertura del curso académico 2012-2013
Martes, 18 de Septiembre – 12’30 h
Salón de actos

  
El Director del I.E.S  “Mariano Baquero Goyanes” en nombre de la comunidad educativa,tiene el gusto de invitarles al Acto de Apertura del Curso escolar 2012-2013


Programa:
-Charla inaugural a cargo de Doña Estefanía Martínez

-Entrega de diplomas

-Apertura del curso por Don Francisco Ortuño Ruiz, Director del Centro

A la finalización del Acto se servirá un aperitivo



Este es el discurso, tan emotivo, que elaboró nuestra antigua alumna:


CRECIENDO EN EL  IES MARIANO BAQUERO GOYANES
UN ELOGIO DE MIS MAESTROS.
Buenos días a todos, estoy encantada de poder estar aquí y muchas gracias por haberme invitado. Dado el carácter especial de esta jornada no he querido hacer una lección inaugural al uso, permitidme compartir con vosotros lo que significo para mí crecer y madurar en este   este instituto. Permitidme que me dé el lujo de elogiar a los maestros con los que crecí.
Hace dos semanas recibí la llamada de Paco,  vuestro director, al que no conocía y me dice que me llama del IES Mariano Baquero; ¿te suena ese instituto?, me dice: Sí claro! Respondo extrañada, mientras, se agolpan en mi mente un montón de imágenes y  un montón de sensaciones en mi piel.
“Vamos a celebrar el veinticinco aniversario del centro y hemos pensado en ti para que des un pequeño discurso como antigua alumna de este centro.
Me quedé estupefacta, muy sorprendida, y respondí que estaría encantada, me sentí orgullosa y a la vez nerviosa.
¿Por qué habrán pensado en mí?
Me hice esta pregunta porque desde luego no fui una alumna especial, no saqué las mejores notas, ni fui la mejor deportista (eso os lo aseguro) no cantaba en el coro, ni actúe en el grupo de teatro, y sé que a más de un profesor, le di más de un quebradero de cabeza.
Tampoco vayáis a pensar que ahora soy un personaje famoso o un científico reputado o juez del tribunal supremo. No, soy profesora de un instituto y doy clases de filosofía.
¿Es posible que  hayan querido que dé el discurso por eso?  No, pensándolo detenidamente me di cuenta que yo hoy, estoy delante de vosotros (muy nerviosa, por cierto) porque, al igual que el resto de los alumnos que durante veinticinco años han respirado estas aulas, yo aprendí a vivir en ellas. ¿Qué me diferencia, entonces, del resto de mis compañeros? Posiblemente, sólo, que fui consciente de que aquí,  los límites de mi vida se ampliaron para siempre. Me sentí arrojada a una existencia, que como os pasará a muchos de vosotros, me costaba asumir. Sentimientos encontrados, miedos, alegrías, desengaños, amigos, rivalidades… Y cuántas inseguridades!
 Y entonces me encontré con ellos, con mis profesores. No esperaba nada de ellos pero, me dieron mucho, me dieron tanto… Me pusieron la vida ante mis ojos y me dijeron, cógela, manéjala, es tuya, tú puedes, y los que es más importante, tú debes, debes hacer algo bueno con tu vida. Es tu responsabilidad y nosotros te ayudaremos si nos dejas.
En este instituto yo sentí eso siendo muy jovencita, sentí una ayuda tenaz, firme, a veces disimulada, otras veces explícita, clara y otras incluso rabiosa, como si dijesen: eh! ¿ qué pasa!, reacciona!, esto lo hacemos por ti, es para ti!
Quién me iba a decir a mi que mi profesora de literatura, seria y disciplinada y que durante muchos años ha sido también directora de este centro, me acogería en su casa, que su hija se convertiría en una de mis mejores amigas y que  me trataría con un cariño, que aún hoy me estremece. O que Ángela, risueña y optimista, me reñiría por no hacer las cosas como era debido.
Y desde luego, si el primer día de clase me dicen que el profesor de filosofía, con su cara y andares de bondad infinita, me iba a levantar las veces que caí, hubiese pensado que me tomaban el pelo.
Y es que esos desconocidos que se presentan ante ti el primer día de clase, se comprometen contigo, pactan contigo, les importas, eso debéis tenerlo muy claro.
Cuando terminé bachillerato y quise estudiar filosofía, Ramón Gil, me aconsejaba otra cosa, algo con más salidas profesionales, me dijo. Pero era demasiado tarde, el me dio las primeras lecciones cuando en clase de ética planteaba un problema y nos decía: ¡comentadlo! Yo pensaba: ¡vaya!  ¡ Reacciona! Mira lo que pasa a tu alrededor, piénsalo, sé consciente, no pases de largo.
Pensar la realidad que me  rodea, que me compete y transforma se convirtió en una necesidad básica, yo recurrí a la filosofía para hacerlo, pero me consta que el resto de mis compañeros encontraron su camino en otros oficios. Pero todos tenemos en común que crecimos contagiados de la fortaleza, autonomía, independencia, dedicación, compromiso y libertad de nuestros maestros. Personas que hacen de su pasión su trabajo, de su trabajo su vida, de sus  alumnos su familia, de su centro su casa. Y eso os lo digo, no porque hoy yo también me dedique a la enseñanza, sino porque teniendo vuestra edad era algo que no podía dejar de percibir.
Hoy inauguramos un nuevo curso, celebramos veinticinco años de la apertura de este centro. Un sitio que nos pertenece a todos, un lugar para cultivar el amor al saber y el amor a los otros. Un centro donde las diferencias sociales no existen, donde la igualdad de oportunidades se convierte en una prioridad. Donde se pone toda la fe y la esperanza en los jóvenes que caminan por sus pasillos y que ocupan sus aulas generación tras generación.
Yo le agradezco a María Antonia que  me enseñase sintaxis, a María Luisa, la duda cartesiana, a Félix latín y a Ramón la lógica proposicional, a todos y cada uno de los que me transmitieron sus conocimientos les doy las gracias, pero lo que más les agradezco es que hagan de nuestra  vida una vida más vivible, que hagan que salgamos de aquí siendo mejores personas de lo que éramos.
Seguro que me entendéis, todos vosotros sabéis de qué hablo. Hablo de una red tejida con afecto y dedicación que este centro, el IES Mariano Baquero, se dedica a cultivar sin desfallecer, sin claudicar y rendirse.
La revista, el grupo de teatro, los viajes de estudio, los intercambios, las aulas de acogida, los actos como estos, son las herramientas que una comunidad de personas, buenas y comprometidas utilizan para generar opciones y oportunidades a gente como yo, a gente como vosotros. Enseñaros matemáticas, latín, griego, informática, inglés, francés, arte…no es un fin en sí mismo, es sólo el mecanismo estructural para edificar almas libres e individuos buenos y honestos.
La educación es nuestro derecho, es la obligación de nuestro Estado velar para que eso sea así, es su legitimidad, si no, su poder ha de ser nulo. Por eso, sigamos luchando para que la educación  sea tal y como nos merecemos, para  que no se convierta en un privilegio inaccesible. Luchemos para que nuestro gobierno siga invirtiendo lo que nos pertenece legítimamente. No permitáis que se devalúe ni se desprestigie lo que en un centro como el Mariano Baquero se consigue. Os invito a que luchéis y os sintáis orgullosos de graduaros, algún día, en este centro, para que el día de mañana vuestros hijos puedan cruzar los muros de grafitis y sentir la satisfacción de pertenecer a un lugar donde se ama la educación, donde el saber se transmite como fuente de independencia, de esperanza y libertad.
Mis abuelos no pudieron estudiar porque no se lo pudieron permitir. Siempre fueron conscientes de que sus oportunidades se redujeron. Cuando se enteraron de que donde se alojaban las gigantes cisternas de Campsa, se iba a construir un instituto, este instituto, dieron por sentado que su nieta mayor estudiaría en él. Vosotros y yo tenemos suerte de poder disfrutarlo. Por ello,  tomad bajo vuestra responsabilidad la labor de  que no se reduzcan vuestras opciones, ni la  de vuestros hijos, ni la de vuestros nietos.

Cuando en 1957 Albert Camus recibió el Premio Nobel de Literatura se lo dedicó a Louis Germain, poco después le escribiría una carta a su viejo maestro. Una carta breve, sencilla…no era necesario más.
Os la leo:
 Querido señor Germain:
Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que  dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos, la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continuarán siempre vivo en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.
Lo abrazo con todas mis fuerzas
 Este argelino pobre y huérfano de padre, cuya madre era analfabeta y cuya abuela solo deseaba que saliera de la escuela y se pusiera a trabajar, tuvo la suerte de encontrar un maestro que supo ver su genialidad y se comprometió con él.
Lo que hizo Louis Germain es lo que hace un educador. Comprometerse, no con el genio de sus alumnos, porque evidentemente no todos tenemos la suerte de ser superdotados como Camus, sino comprometerse con la realidad de educarnos. La educación no nos hace premios nobel, nos hace, y me repito sin complejos,¡ libres!  Y la libertad es lo que nos hace hombres, simplemente humanos.
¿Y qué es lo que más anhela el ser humano?
Es obvio, todos, estemos o no familiarizados con los grandes sistemas filosóficos, podemos llegar a concluir que lo que el hombre anhela, a lo que aspira en cada uno de sus pasos, en cada uno de sus actos, es a la felicidad.
Y no  me creáis pretenciosa si me atrevo a afirmar hoy aquí, que los maestros transitan la senda de la felicidad en su labor diaria.
No es feliz el que satisface sus intereses particulares de manera despiadada y egoísta, la felicidad es un impulso que arranca de la necesidad vital de edificarse en un sentimiento solidario con los otros. En un pacto por los otros para paliar la desdicha, la pobreza, la falta de amor y la ignorancia.
¡Decidme si no es eso lo que hacen nuestros maestros! ¡Decidme maestros, si no es eso lo que hacéis cuando junto con la lección que toca impartir, transmitís un profundo quehacer moral, que desde luego es imposible plasmar en las programaciones  anuales!
Os dije al principio de mi intervención que si hoy enseño filosofía es porque hallé en esta disciplina una ayuda inestimable para mis propias carencias, para mi necesidad particular de respuestas y de orden para mis sinsentidos. Sin embargo, como flujo inevitable, incapaz de contener, se presentó ante mí la obligación personal de dedicarme a enseñar lo que a mi me sirvió.
Mi felicidad pasa por colaborar en la felicidad de mis alumnos, transmitiendo, a través de Platón, de Kant, de Ortega, de Sartre… la pasión por la justicia humana.
Las preguntas requieren de un maestro, el maestro requiere de la verdad, la verdad se deja rozar por la filosofía. El alumno y el profesor sólo se entienden en la relación que les une. El caminar juntos, como decía María Zambrano, es lo que es educar. Los contenidos estereotipados, son un anexo secundario, último de nuestra labor.
Hace ahora algo más de ocho años que cada septiembre me pongo delante de mis alumnos, me presento y comienzo la clase. Nunca dejo de tener la sensación de exposición absoluta, de que lo que captan de su profesora va más allá del contenido de sus palabras. Un referente, un amigo, un cómplice, un amarre, un tábano. Alguien que destruye muros, al que interpelar para salir de la duda, que te clarifica y a la vez te sugiere. Ahí empieza el diálogo, ahí se aúnan las vidas de maestro y alumno.
Es posible que muchos no se den cuenta de que pocos entendemos nuestra labor como una profesión, estrictamente. Que sólo en escasos momentos nos sentimos derrotados y perdidos, y que cuando flaqueamos hastiados por el menosprecio de los que nos señalan y vapulean , de los que nos gritan desde el púlpito que les otorga impunidad y poder, nos recomponemos y luchamos acompañados de nuestros alumnos. Ellos también están,  Vosotros también estáis.
Y no quiero concluir mi intervención sin señalar la importancia del espacio en el que se acoge el vínculo del que hablamos: el centro.
Podría darse por sentado que lo importante del espacio es la gente que lo ocupa y habita, pero permitidme deciros que en  los tres últimos años, he llegado a una conclusión distinta.
Durante los tres últimos años he dado clases en un centro de barracones, no sé si habéis visto las casetas que se instalan en las obras…
Mi centro es así, las aulas prefabricadas acogen a mis alumnos, y es difícil lograr en ellos un sentimiento de pertenencia y de familia en un lugar inhóspito como al que se ven obligados a asistir.
La educación es un derecho, ya lo hemos dicho, todos tenemos derecho a prepararnos para la rudeza de la existencia. El centro nos permite acogernos a la vida poco a poco, su estructura, la división de sus tiempos nos conduce al centro de la vorágine que es  el vivir. Y ahí, sí que  estaremos solos.
Si deambulamos por un espacio desvencijado, anodino, frío y desalmado pueden nuestros corazones vaticinar un futuro mucho peor del que nos corresponde.
Por eso me gusta pasar por delante del Mariano Baquero, me gusta ver sus paredes decoradas con colores prometedores, me gusta ver sus árboles frondosos y me gusta que esté al lado de las vías del tren anticipando el viaje que debemos emprender, haciéndonos conscientes de que el destino lo forjamos juntos, de que viajamos juntos.
Me siento satisfecha y contenta,  mucho, de haber sido alumna de este centro y de haber conocido lo  que es estar con gente buena, sabia y que se preocupa por ti.
Daros cuenta que mi experiencia como alumna es la experiencia de muchos. Comprended todo lo que os aporta esta pequeña comunidad a la que pertenecéis y sentíos llenos de ella. No permitáis que la sacrifiquen en ningún sentido.

























miércoles, 5 de septiembre de 2012

BIENVENIDOS

Hola a todos, desde el nuevo blog de actividades, el cual sin vuestra colaboración resultará imposible . Así que gracias de antemano






Este es un año especial porque celebramos nuestro XXV Aniversario, así que, lo primero que hicimos fue colocar una banderola que nos lo recuerda todos los días












domingo, 2 de septiembre de 2012

Histórico de Actividades Complentarias y Extraescolares

Premio Eres joven, ¡Triunfarás! Fundación Bertelsman.


La Fundación Bertelsman otorgó el premio Eres joven ¡Triunfarás!  a nuestro centro. Con ese motivo, la profesora del Aula de Acogida y algunos alumnos fueron entrevistados por la cadena Onda Regional de Murcia. A continuación podéis escuchar la entrevista.

 

 Para visitar la web de la Fundación Bertelsmann




Algunas fotografías que me he  ido encontrando:

Excursión a EL VALLE con los alumnos de Diversificación












Comida del Departamento de Orientación





Excursiones de los sábados, curso 2010/11:
ABARAN











RICOTE






















CALASPARRA
































OTRAS FOTOGRAFÍAS